El turismo comunitario es cuando los visitantes se contactan con las comunidades rurales e indígenas alojándose en sus hogares, beneficiándose de una experiencia práctica que refleja la identidad local mediante las costumbres, las normas sociales, las comidas y las creencias de la comunidad anfitriona. Los huéspedes desarrollan una conexión más profunda con otra cultura, lo que a menudo lleva a nuevas perspectivas y una mayor comprensión de la visión del mundo de nuestro prójimo.
En el bosque modelo Panguipulli, en Chile, las mujeres mapuches están llevando a cabo turismo comunitario gracias al proyecto Trawun, una iniciativa de colaboración que ha tenido impacto en casi 50 familias individuales en la región de Los Ríos.
El proyecto Trawun se basa principalmente en la transferencia de tecnología en el campo del turismo de intereses especiales. Durante el desarrollo, un equipo transdisciplinario del Centro de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible (CEAM) de la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, creó una ruta alrededor de Panguipulli destacando algunas comunidades menos conocidas que eran, hasta ahora, territorios de difícil acceso, tales como Pocura, Drawers , Coñaripe y Liquiñe.
Durante el último año, han estado trabajando con mujeres en la comunidad para ayudar a establecer sus pequeñas empresas en el rubro del turismo. A cambio, CEAM se beneficia de la transferencia de conocimientos ancestrales de las culturas tradicionales de la región.
Para complementar el establecimiento del turismo cultural, los viajeros y anfitriones en Panguipulli pueden acceder a una guía de turismo comunitario. Este recurso destaca productos que se producen en cada una de las regiones participantes mientras que también ofrece recomendaciones acerca de experiencias culturales, como dónde beber mate local con un respetado narrador de historias, cómo llegar a las aguas termales de la región o dónde disfrutar de los sabores de la región, combinados en la cocina de una casa local.
Más allá de las ventajas económicas, Guillermo Pacheco, uno de los coordinadores del proyecto, observa que “los residentes locales ven una oportunidad de asegurar su calidad de vida en términos ambientales y socio-culturales”.
Las comunidades anfitrionas controlan la forma en la que muchos turistas ingresan en la región y sólo reciben la cantidad de visitantes que sus recursos de alojamiento y energía permitan, impulsando el uso sustentable y la responsabilidad colectiva. Son los arquitectos de un turismo más ecológico, que surge del pueblo, su entorno, su cultura, sus pensamientos y acciones.
Héctor Alonso, del bosque modelo Panguipulli, dice que ellos “ayudaron a desarrollar esta propuesta para fortalecer los lazos entre las comunidades locales y su ecosistema forestal. La cooperación, el diálogo y el debate fueron claves en el desarrollo de este proyecto turístico que respeta tanto la visión del mundo de los mapuches como la de los demás habitantes del territorio.”
La participación de los indígenas en los bosques modelo crea sociedades más robustas, un manejo de recursos más eficaz y un mayor nivel de entendimiento entre las partes interesadas acerca de la biodiversidad y la sustentabilidad.
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